La enfermedad es el resultado no sólo de nuestros actos sino también de nuestros pensamientos.

Mahatma Gandhi

La voz que constantemente tenemos en la cabeza es como si tuviera vida propia. Mucha gente parece estar poseída por dicha voz; esa voz es su mente y surge de sus pensamientos. Y como la mente está condicionada por el pasado, vuelves a él una y otra vez representando y dándole vida a esa misma voz.

Detrás de una emoción siempre está la interpretación de un pensamiento que pasa por nuestros propios filtros, que serían nuestro sistema de creencias. Teniendo en cuenta esto, el cuerpo no distingue la diferencia entre una situación real y un pensamiento. Reacciona a todo pensamiento como si fuera una realidad, no dice “ah, vale, esto es un pensamiento, no es real”. Para el cuerpo, un pensamiento inquietante, que genera miedo, significa “estoy en peligro”, y responde de acuerdo con eso aunque estés sentado en el sofá de tu casa. El cuerpo desencadena una lluvia de reacciones fisiológicas tales como: aceleración del ritmo cardiaco, contracción de los músculos, la respiración se acelera, etc. Es decir, tu cuerpo está recibiendo una sobrecarga de energía a la que no le da salida debido a que la señal que recibe de un peligro no es real (es una creación de tu mente). Al no ser un peligro real, esto no me lleva a la acción real de huida, la cual me permitiría liberarme de esa intensa energía.

Para que nos entendamos, una parte de energía realimenta a la mente y genera aún más pensamientos de ansiedad, el resto de energía se vuelve tóxica e interfiere en el buen funcionamiento del cuerpo y en nuestro sistema inmune. Esa realimentación a la mente es el círculo vicioso entre los pensamientos y las emociones, no examinados, que da lugar al pensamiento emocional y a la fabulación emocional.

El pasado vive en ti en forma de recuerdos, pero los recuerdos en sí mismos no son un problema. Tan solo cuando los recuerdos se apoderan por completo de ti, se convierten en una carga, se vuelven problemáticos y pasan a formar parte de tu sentido del yo. Tu personalidad, que está condicionada por el pasado, se convierte entonces en tu prisión. Pero no solo están los recuerdos mentales, también están los emocionales y hay muchísimas personas cargando toda una vida con esos recuerdos mentales y emocionales en forma de resentimiento, culpa, rencor, ira, etc. y este apego a dichos recuerdos es lo que les da un sentido de identidad. Hay que aprender a soltar y a liberar al cuerpo del pasado y las cargas que éste nos supone en nuestro momento presente. Podemos aprender a no mantener vivas en la mente las situaciones o acontecimientos, devolviendo nuestra atención al momento presente. Nada de lo que ocurrió en el pasado puede impedirte estar presente ahora; y si el pasado no puede impedirte estar presente ahora, ¿qué poder tiene? tan solo el que tú le estás dando.

Las emociones negativas hay que trabajarlas y gestionarlas en el momento en el que se viven por que, si no, jamás se disolverán por completo. Todo pensamiento es energía y tu mente se alimenta de la energía de tus pensamientos, pero no solo tu mente sino también tu cuerpo. Así que sé muy cuidadoso con aquellos pensamientos que entran y alimentan tu mente porque lo que alimenta tu mente alimenta tu cuerpo también.